En Francia están prohibidas las conexiones wifi en guarderías
y
centros escolares. Algunos expertos nos dicen que debemos
hacer lo
mismo en otros lugares.
Por Florence Waters, 9 de mayo de
2015
Hace seis años, la
Dra.
Erica Mallery-Blythe se fue a vivir a otro país, dejó de llevar
teléfono móvil y sacrificó su carrera en medicina de emergencia
para dedicarse a un nuevo tema de interés médico: las
radiaciones
emitidas por las conexiones Wifi, los móviles y otros
dispositivos
inalámbricos.
Ahora es una de los
pocas
asesoras profesionales del país sobre cómo afectan las ondas de
radiofrecuencia (RF) y otros campos electromagnéticos (CEM) a la
salud.
“Llevaba usando
dispositivos inalámbricos desde mucho antes que la mayoría de
las
personas los usase. Me encantaban”, dice
Mallery-Blythe, que empezó a usarlos desde que apareció esta
tecnología, en 1985, cuando le entregaron su primer teléfono
móvil,
a los 10 años. “Pero pronto empecé a empaparme con
la
literatura relacionada con los campos electromagnéticos y
enseguida me di cuenta de lo que era obvio”, dice
en lo referente a su decisión de renunciar a los aparatos de
tecnología inalámbrica.
“No estaba
dispuesta
a correr este tipo de riesgo por una cuestión meramente
práctica”.
Su
interés
por los Campos Electromagnéticos comenzó en el año 2009,
después de que notase la aparición de algunos síntomas, tales
como
dolores de cabeza, fatiga y palpitaciones, y otras más graves de
las
que había oído hablar, como tumores cerebrales en los jóvenes,
problemas de fertilidad y el agravamiento de enfermedades
neurológicas, como un inicio más temprano del Alzheimer o más
casos de autismo. Hasta el momento no existen evidencias
científicas
que relacionen estas enfermedades con las radiaciones, pero
Mallery-Blythe se encuentra entre ese no pequeño número de
científicos y profesionales que están interesados por estos
estudios y destacan la importancia de tomar medidas de
precaución.
En
los
últimos años, las conexiones wifi, el uso de ordenadores
portátiles y iPads, se ha convertido en algo corriente en las
aulas
de los centros escolares, y Mallery-Blythe dice que cientos de
familias han solicitado su ayuda en lo que ellos creen son
enfermedades y problemas de salud relacionados con los campos
electromagnéticos.
Uno
de
estos casos es el de la niña de nueve años de edad Jessica
Lewis. En el otoño de 2011 comenzó a quejarse en la escuela de
fuertes dolores de cabeza. Además, se sentía excesivamente
cansada,
con la aparición de erupciones en las piernas y sus padres
decían
que parecía estar completamente exhausta después del colegio,
sobre
todo los lunes. Una búsqueda en Internet les puso en contacto
con
otros padres que describían síntomas similares en sus hijos
después
de que hubiesen instalado conexiones wifi en el colegio.
“Sin embargo lo
ignoramos, pues por entonces no sabíamos nada del wifi. No
sabíamos
si la escuela lo tenía o no”, dice
el padre de Jessica, Paul Lewis.
Más
tarde, cuando acudimos al colegio, nos dimos cuenta de que
había un
router wifi cerca del pupitre de Jessica. Resulta que el lunes
era el
día de la semana en el que toda la clase trabajaba con los
ordenadores portátiles.
Cuando
consultamos con el médico de cabecera, éste hizo recaer las
sospechas en el wifi sobre los posibles problemas de salud de
Jessica, y se puso en contacto con el centro escolar en
Doncaster
para que se utilizasen cables en lugar de conexiones wifi,
incluso
ofreciéndose a pagar el gasto del cambio de las conexiones.
Sin
embargo, la escuela argumentó que según las normas aprobadas
por el
Gobierno relativas a exposición a campos electromagnéticos, se
cumplían con las aceptadas internacionalmente. Estas normas
fueron
revisadas en 2011 y siguen estando vigentes hoy en día. “No
creemos
que las pruebas científicas disponibles sobre
radiofrecuencia hayan cambiado, de modo que nuestra posición
son las
establecidas por los Servios de Salud Pública de Inglaterra, y
no
vemos ninguna razón para que no puedan seguir utilizándose las
conexiones wifi en los centros escolares y otros lugares”, dijo
el Dr. Simon Mann, del Departamento de Protección
de la
Salud.
“Y es que
simplemente no suman”, dice
Lewis.
Ahora Jessica recibe su educación en casa, a pesar de su
frustración. Cada vez que está expuesta a conexiones Wifi
reaparecen los síntomas.
El
pasado mes de febrero, la Compañía que asegura a las escuelas,
Lloyd
de
Londres, ha empezado a excluir la cobertura por
responsabilidades por daños causados, “resultantes o
en
los que hayan contribuido los campos electromagnéticos, la
radiación
electromagnética, el electromagnetismo, ondas de radio o el
ruido”,
lo que significa que las
autoridades escolares se tienen que hacer responsables por los
daños
producidos por exposición de los niños a radiación de
microondas.
“El Gobierno está
a
la espera de que los directores decidan si merece la pena o no
correr
este riesgo frente a los beneficios de su uso. Es algo que me
parece
injusto. Ni siquiera la mayoría de los profesores saben que
las
ondas de radiofrecuencia están clasificadas actualmente por la
Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC)
como
un carcinógeno en el grupo 2B, lo que significa que
probablemente
sean cancerígenas para los seres humanos. Hay mucha literatura
publicada que documenta los efectos nocivos sobre los
diferentes
sistemas biológicos. Pero la mayoría de la gente parece no
tener
tiempo para leer y digerir todo esto”, dice
Malley-Blythe.
Además
de fundar Iniciativa de Médicos por la Salud frente
a la
Radiación y el Medio Ambiente (PHIRE)
para informar a los médicos sobre estas cuestiones y asesorar
sobre
las mejores prácticas relacionadas con la salud,
Mallery-Blythe da
charlas a los profesores de todo el país, a los que presenta
los
estudios científicos que revelan los efectos a largo plazo por
la
exposición a los Campos Electromagnéticos. Una de estas
charlas ha
tenido más de 15.000 visitas en Youtube desde el pasado mes de
noviembre. Es un resumen de los temas que preocupan a los
científicos: “Trato de ofrecer aquella información
que
las autoridades no dan”, dice
Mallery-Blythe.
Especialmente
revelador
es la gran cantidad de falsas ideas que tenemos sobre las
seguridad
radiológica y que Mallery-Blythe se propone acabar con ellas. A
una
cierta distancia de un router wifi se puede reducir la
intensidad de
la radiación, por ejemplo, pero la
exposición a bajas intensidades ha demostrado que pueden ser
más
perjudiciales que la exposición a campos de mayor intensidad.
“La gente piensa
que
sus hijos están más seguros por estar más lejos del router, o
que
no tienen que preocuparse del teléfono móvil porque se
encuentra
lejos del cerebro. Parece algo de sentido común, pero por
desgracia
ahora sabemos que eso no es del todo cierto”, dice, asegurando que el cerebro
está mejor protegido que algunas otras
partes más vulnerables del cuerpo.
¿Están haciendo las
autoridades sanitarias muy poco en este asunto? “El principal
problema es que su postura es contradictoria. Emiten
advertencias
diciendo que los niños menores de 16 años no deberían usar
teléfonos móviles excepto en llamadas esenciales, pero están
muy
contentos de su plan de ordenadores portátiles en las escuelas
(en
España Red XXI), a pesar de ser más peligrosos que los mismos
teléfonos móviles”.
El Profesor
Asociado Olle Johansson, neurocientífico del Instituto
Karolinska de Suecia, compara poner un iPhone cerca
de la
cabeza de un niño a ponerle cerca de varios motores de un tren
eléctrico, señalando que el trabajo con los motores eléctricos
es
la fuente de mayor exposición profesional a campos
electromagnéticos
en Suecia
Johansson ha estado
investigando los efectos biológicos de la ondas de
radiofrecuencia
(RF) durante más de 30 años, pero dice que actualmente es muy
difícil conseguir financiación. “Dada la importancia de este
tema, yo diría que es bastante enigmático”.
Predice un cambio de
paradigmas en los referente a los campos electromagnéticos.
Actualmente vivimos en un entorno con una radiación estimada en
más
de 10 mil millones de veces la existente en los sesenta. “Si
este entorno es seguro, cuando estamos hablando en torno a
unos
15.000 a 25.000 trabajos publicados en revistas científicas y
revisados por pares que dicen lo contrario, entonces es que
estamos
muy equivocados. Algo que nunca había ocurrido con
anterioridad. Nos
gustaría que se tomasen medidas de precaución, y no las
estamos
viendo”.
Wifi en casa: consejos de la Dra.
Erica Mallery-Blythe
-
Mantenga su teléfono móvil apagado y no lo utilice a menos que lo necesite. Guárdelo en modo avión cuando esté encendido y nunca lleve el móvil cerca de su cuerpo, incluso en modo de espera.
-
No utilice el wifi para las conexiones a Internet. Utilice en su lugar cable Ethernet y compre un router que no tenga capacidad inalámbrica o desactívelo. Desactive el Wifi de su ordenador o tablet mediante la desactivación de la tarjeta inalámbrica por medio del panel de control o póngalo en modo avión.
-
Reemplace los teléfonos inalámbricos por teléfonos de cable. La mayoría de los teléfonos inalámbricos emiten radiación, estén o no en uso.
Antecedentes
El
pasado
mes de febrero, el Gobierno
francés
prohibió las conexiones wifi en las escuelas infantiles
y ha restringido su uso en las escuelas de Educación Primaria.
El
Gobierno alemán ha recomendado que se evite en la medida de lo
posible el uso del wifi en los lugares de trabajo y en el hogar.
Ha
reducido la exposición de los estudiantes 10.000 veces por
debajo
del estándar establecido por el Gobierno de Estados Unidos.
En el año 2000, un
Informe encargado por el Gobierno llegó a la conclusión de que
ningún centro escolar debe estar a menos de 100 metros de una
antena
de telefonía móvil; en
2007
un programa de la BBC mostraba que la radiación junto a
un
ordenador portátil de una escuela era el doble que la radiación
recibida de una antena de telefonía móvil situada a 100 metros
de
distancia.
Un niño de cinco
años
de edad recibe hasta un 60% más de radiación que un adulto,
debido
a que su cráneo es más delgado y tiene en su cuerpo un mayor
contenido en agua. En los países occidentales los tumores
cerebrales
superan a las leucemias como la causa más común de cáncer en los
niños.
Un estudio de 2008
descubrió que se ha producido un
aumento
en cinco veces el riesgo de glioma ( una forma de cáncer
cerebral, ahora reconocido por la Organización Mundial de la
Salud como vinculado al teléfono móvil) en los jóvenes que
empiezan a utilizar el teléfono móvil con menos de 20 años de
edad, lo que indica que la edad a la que se empieza usar el
móvil es
muy significativa.
Las escuelas y padres pueden
encontrar
más información en: ssita.org.uk
---------------------------------
Procedencia del
artículo:
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Envia tu direccion de correo electronico.
Si mandas alguna fotografia subela primero a algun almacen virtual (tipo box.net) y envia despues el enlace